martes, 10 de mayo de 2011

Para ser madre, se necesita ser valiente.

Ivonne Mantilla
Ma. Carmen Córdoba


No cualquiera puede ser madre ya que es una labor, realmente de valientes. Su oficio inicia al momento del embarazo, esos nueve meses de gestación, son el comienzo del duro oficio de la maternidad. Desde ese momento, su vida da un giro completo, la mujer tiene que dejar de hacer muchas cosas y empezar a hacer otras diferentes para cuidar del nuevo ser que trajo al mundo. La dificultad, se da al momento en el que ella tiene que lograr fusionar dos cosas muy importantes, el ser madre sin dejar de ser mujer. Entonces te preguntamos, y tú ¿Te atreves a ser madre?

Bueno, para la mujer, la experiencia de ser madre no inicia cuando el bebé nace sino nueves meses antes. Desde el primer mes de embarazo, muchas mujeres ya sufren los estragos, los síntomas y antojos que vienen junto “el ser mamá”. Como dice Viviana Orrego, madre de una niña de 6 años, los estragos y síntomas en su embarazo fueron “una locura”. Los vómitos, los calores, los dolores de cabeza, el sueño y el estreñimiento fueron sus fieles compañeros durante los cinco primeros meses de gestación. Pero eso no es lo único, a partir de ese mismo mes, los cambios en el cuerpo ya eran notorios; los senos se hincharon más, la barriga ya se empezaba a notar, si no había cuidado con el cuerpo, las estrías empezaban a salir, el pelo se le caía y aunque a ella no le pasó, había el temor de que aparezcan manchas color café en la piel, lo que les sucede a muchas mujeres durante el embarazo.

Además, la transformación por la que tiene que pasar la mujer no se queda solo en su cuerpo, ella también se tiene que enfrentar a cambios en su estilo de vida. Estos empiezan por su alimentación, ya que la madre debe abandonar la comida chatarra para reemplazarla por frutas y verduras y así llevar un buen control durante y después de la maternidad. Debe disminuir las actividades sociales, las salidas con los amigos para pasar varias noches sin dormir velando el sueño del ser que trajo al mundo. Para Elizabeth Garófalo, la experiencia de ser madre primeriza fue muy dura al enfrentarse a cambios repentinos; no podía realizar actividades que impliquen esfuerzo, ya que después del embarazo quedó muy débil, aparte sus hábitos de dormir fueron impedidos por su hijo, él se levantaba a diferentes horas de la noche llorando por comida o por un cambio de pañal, una rutina que se repitió todas las noches por lo menos, durante el primer año.

Sin embargo, por más de que una madre de un giro a su vida cuando tiene un bebé, ella no debe olvidarse de algo muy importante, el ser mujer. Al poner toda su atención en su hijo, las madres se olvidan de su femineidad, dejan de lado su aspecto personal, suben de peso y abandonan su vestimenta tal vez, por una más cómoda que les facilite hacer todo el trabajo que su oficio de madre les demanda. Emily Romero tuvo que padecer estos cambios pues abandonó la universidad por los constantes estragos que sufría y porque tuvo que tomar cursos de preparación para el parto. Y de estos casos hay más, como el de Susana Bedón, quien por sus dos hijos dejó de ejercer su profesión de cantante, que le demandaba de mucho tiempo y le no le permitía dárselo a sus hijos. Aunque muchas mujeres logran fusionar las dos actividades, la situación no deja de ser dura para ellas.

En conclusión, el hecho de tener un hijo, no es tarea fácil. Las mujeres tienen que tener en cuenta que su deber como madres inicia nueve meses antes de tener a su bebé en brazos. Ellas tienen que soportar cambios no solo de su cuerpo sino también sentimentales y de vida. Además, el hecho de ser madre les pone un desafío muy duro en su vida, el fusionar la maternidad con su femineidad. En definitiva, la mujer que se meta en esta labor tiene que tener la garra de enfrentarse a muchos retos que vienen junto a esta aventura, sin duda el ser madre, es un oficio de valientes.

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